Temporalidad y refutabilidad de los conceptos políticos
Resumo
En un artículo reciente, Terence Ball discute la tesis de la esencial refutabilidad (contestability) de los conceptos. Siguiendo el apotegma de Nietzsche de que “sólo lo que no tiene historia es definible”, los sostenedores de dicha tesis aseguran que el sentido de los conceptos medulares del discurso ético, político y científico nunca puede fijarse de un modo definitivo; es decir, que “no hay ni puede haber criterios comunes compartidos para decidir qué cuenta en estética por ‘arte’ o en política por ‘democracia’ o ‘igualdad’”. Esta tesis, afirma Ball, resulta especialmente atractiva para los historiadores, puesto que aporta una clave para comprender el cambio conceptual, de un modo, además, valorativamente neutral. Desde esta perspectiva, ninguna teoría política podría afirmarse como superior o más verdadera que cualquier otra. De hecho, según confiesa, él mismo la compartió por mucho tiempo, hasta que empezó a descubrir sus deficiencias. En primer lugar, dice, con lleva una falacia metodológica, puesto que parte del hecho contingente de que ciertos conceptos han sido históricamente refutados (contested) para extraer de allí una ley universal acerca de la naturaleza de los mismos. Por otro lado, tiene, además, implicaciones éticas negativas, dado que si no hubiera forma de fijar el sentido de los conceptos políticos fundamentales, si cada uno pudiese interpretar los a su manera, la idea misma de comunidad se volvería inconcebible.
En última instancia, afirma, la tesis mencionada tiene consecuencias autoritarias. En caso de que surgieran desacuerdos respecto del sentido de conceptos tales como “poder”, “libertad”, “justicia”, etc., el entendimiento mutuo se lograría únicamente por dos medios: la conversión o la coerción; “y presumiblemente aquellos que no puedan ser convertidos deben ser coaccionados (excluidos, silenciados, ridiculizados, ignorados, etc.)”. Según veremos, el argumento de Ball permite establecer una distinción fundamental. Sin embargo, es allí también que se hacen manifiestas aquellas deficiencias inherentes a la propia historia de “conceptos”, las cuales derivan, en última instancia, de una noción de la temporalidad que reduce a ésta a una mera ocurrencia fáctica.