Educación en derechos humanos y construcción de ciudadanía
Abstract
La materia tiene como objetivos problematizar la educación en y para los derechos humanos supone cuestionar las formas tradicionales de entender la educación, problematizar modelos (hasta ahora naturalizados) y superar las nociones meramente instrumentales del acto educativo. Se hace necesario comprender la noción de educación más allá de la mera transmisión de información o instrucción, así como de la capacitación. La educación en y para los derechos humanos, si bien asume todas estas prácticas, las integra con una clara intencionalidad dirigida a la formación para la plena vigencia de los derechos humanos. Es por eso que se asume como hecho político, como práctica social, como propuesta de una determinada noción de ser humano y de sociedad, a la vez que asume al hombre y mujer concretos como seres integrales, por lo que apunta no sólo al plano de los contenidos conceptuales sino también a la formación de actitudes, valores y competencias para la acción. Así la educación en y para los derechos humanos no es un ejercicio profesional entre otros (en el que bastarían ciertas destrezas técnicas y un satisfactorio dominio del contenido), es más bien una práctica social sustentada por fundamentos filosóficos y enmarcada en un horizonte ético. No puede ser una actividad aislada de la realidad concreta en que se desarrolla, sino una respuesta a esta realidad en función de una serie de principios que actúan como criterio de evaluación y horizonte utópico: estos principios son los derechos humanos. (principios, valores y normas orientados al reconocimiento y protección de la dignidad humana). Si en los derechos humanos se expresa la conciencia ético-jurídica alcanzada por la humanidad (Cfr. Vidal, 1988), podemos hablar de una circularidad hermenéutica entre la construcción histórica y comprensión de los derechos humanos. En esta propuesta educativa el hombre y a la mujer son pensados como seres en permanente construcción de cara a la tarea de crear el futuro, nunca cerrado en las condiciones históricas; y la historia es el horizonte cn el que la humanidad se va gestando: las personas (como diría Eduardo Galeano) no somos sólo lo que somos, sino también lo que hacemos por dejar de ser lo que somos. Educar en y para los derechos humanos significa poder intervenir en y dejarse intervenir por la trama de las relaciones sociales para ir fundando un horizonte de sentido a partir del respeto por la dignidad humana. Esta comprensión de la humanidad, de los derechos que le son inherentes y de la educación en y para los derechos humanos se encuentra signada por la perspectiva desde la que cada quien se ubica en la muy compleja trama de relaciones sociales, de la vida política, de la construcción de ciudadanía. No hay neutralidades posibles para el hecho educativo: la educación es un hecho intencionado de cara a la construcción social y política; y no está en absoluto deslindado de las dinámicas de poder.