Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, 430 páginas
Abstract
Estamos ante un mojón. Un libro que establece nuevos términos para la discusión, y no pasa inadvertido en la saga de estudios sobre la articulación entre cultura y política en la década de 1960 que se inauguró en 1991 con los trabajos de Silvia Sigal (Intelectuales y poder en la década del sesenta) y Oscar Terán (Nuestros años sesentas), y continuó con la publicación de tesis y resultados de investigación sobre otras dimensiones de ese cruce (Oteiza y otros, 1997; Pucciarelli y otros, 1999; Longoni y Mestman, 2000; Giunta, 2001, etcétera). Una primera diferencia con aquellos dos libros fundantes, en los que el umbral de la década (terminase ésta con el golpe de Onganía en 1966 o con el Cordobazo en 1969) parecía difícilmente traspasable, es que el trabajo de Claudia Gilman entra de lleno al meollo: la fase más dura de la politización de los intelectuales, que se tradujo muchas veces en los radicales términos de abandono del arte y la literatura. Una segunda diferencia: su investigación amplía la perspectiva más allá del campo cultural argentino. No se trata, tampoco, de una suma de estudios “nacionales” en una perspectiva comparativa, sino del abordaje de un campo común de debates e intercambios entre los escritores de América Latina. Su investigación se sustenta en un trabajo de campo extraordinariamente vasto y exhaustivo, basado especialmente en el relevamiento de colecciones de revistas político-culturales, entendidas como aquellos dispositivos privilegiados e inmediatos para las polémicas, las solidaridades o las condenas, entre los sujetos que intervenían en este imaginario mapa común que los reunía y definía. Recorreré algunos núcleos del libro, buscando también dejar planteados las coincidencias y los debates que él establece con otras investigaciones sobre el período.