El elemento estético de las representaciones históricas
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Fecha
2005Autor
Huizinga, JohanResumen
El mejor momento para una reflexión histórica de orden general no tiene lugar en los comienzos de una carrera académica si no al final de la misma. Quizás esto es válido para todo hombre de ciencia, pero lo es en particular para el historiador. Como Ranke le escribió una vez a Bismarck: “He pensado siempre que un historiador debe envejecer: una vida plena y el haber asistido al desarrollo de toda una época lo autoriza a expresar juicios acerca de los acontecimientos pasados”. Pero si un juicio claro y bien ponderado sobre la naturaleza general de la historia sólo es prerrogativa de quien ha arribado al término de un largo viaje, ¿qué puede hacer en cambio quien recién ahora se pone en marcha y todavía vislumbra ante sí, en la niebla matutina, la entrada del bosque? Cuando éste es llamado a emprender el viaje como guía de otros es necesario que reflexione seriamente sobre el camino a elegir y sobre las provisiones a llevar consigo. Con este estado de ánimo he intentado trazar las líneas de pensamiento que deberán señalarme el camino en el arduo cargo que hoy asumo. Desde hace ya mucho tiempo una cuestión ha dirigido regularmente el rumbo de mis pensamientos. Así es que en el momento en que los hago partícipes de mis progresos al respecto, mi discurso se
torna más bien una confesión. No sé definir dicha cuestión de otro modo más que como “el elemento estético de las representaciones históricas”.