De la política según Luhmann
Resumo
Entre las muchas cosas que Marx reprochaba a Hegel estaba aquello de “que el Estado servía para probar la Ilógica, y no la Lógica para probar el Estado". Independientemente de que la acusación remitiera a un riesgo inevitable de toda teoría con pretensiones universales, que además se pretenda reflexiva, leyendo a Luhmann resulta inevitable recordar el riesgo y la advertencia. Sobre todo, cuando después de una desesperante búsqueda de inteligibilidad, se tiene la impresión de que el amor y la política, la religión y el mercado, terminan siendo encarnaciones de una lógica de los sistemas, cuyos momentos (la reducción de la complejidad, la constitución paradójica y la desparadojización, la superación de la doble contingencia y el funcionamiento autorreferencial) dan cuenta, entre otras cosas, de eso que vulgarmente llamamos historia y sociedad.
Por eso. como con Hegel, uno puede empezar con la Lógica, para tratar de entender aquello de la dialéctica y luego, si no muere en el intento, ir a la Filosofía del Derecho para entender la sociedad civil y el estado como encarnaciones del despliegue del concepto. O puede empezar al revés, con las aventuras de la conciencia en la Fenomenología...o con la historia política en la Filosofía del Derecho y tratar de
pensar luego el despliegue del concepto en la historia. Así, en el caso de Luhmann se puede empezar prolijamente con los sistemas sociales o aún más abstractamente con la teoría de los sistemas autopoiéticos y luego (con la misma previsión que en el caso anterior: si se sobrevive al intento) tratar de volver inteligibles aquellos sistemas diferenciados que manifiestan características universales, o bien partir de “los trabajos monográficos” para ver en la ‘‘historia' de estos sistemas y de los códigos el despliegue de proposiciones teóricas más generales.