Universidad, izquierda y Guerra Fría en el Uruguay de los sesenta
Abstract
Aunque a veces nos parezca una prehistoria inverosímil, hubo un tiempo no tan lejano en el que los académicos expresaron serias prevenciones sobre la pertinencia de aceptar financiación extranjera para llevar adelante sus investigaciones. Es cierto que el tono de sus debates se volvió con frecuencia paranoico y por momentos persecutorio, pero también es verdad que en general se preocuparon por analizar minuciosamente los condicionamientos que podrían venir asociados a esas ofertas. Algunas veces, incluso, terminaron rechazando tentadores auspicios de organizaciones internacionales y gobiernos extranjeros. Nada de esto tendría demasiado interés si sólo los hubiera dejado más pobres y aislados. Lo fascinante del caso es que esas consideraciones y contiendas llevaron a muchos a pensar a contrapelo de lo que las organizaciones y gobiernos aconsejaban y a proyectar alternativas sobre qué debían hacer las instituciones del conocimiento de un país pequeño y poco poderoso para cumplir funciones sociales. Lo inquietante es que no lograron llevar adelante casi nada de lo que planificaron y tuvieron que esperar muchos años para volver siquiera a mencionar esa posibilidad. Todo eso ocurrió también en Uruguay hace poco más de medio siglo y de eso trata mi último libro.